Desde el pasado mes de agosto dio inicio el taller Grupo de Apoyo de Mujeres (GAM), con la participación de más de veinticinco mujeres quienes conforman Cáritas de Guatemala; el mismo, finalizará en el mes de diciembre próximo.
A través de la cooperación fraterna de CRS (Catholic Relief Services), en modalidad virtual, se está transfiriendo un proceso que busca contribuir a la trasformación social por medio de la metodología “Mujer, ¡No estás sola!”, en la que, mujeres comparten circunstancias adversas y se unen para abordar las consecuencias negativas de la discriminación o la violencia sexual.
El secretario ejecutivo de Cáritas de Guatemala, Mario Arévalo, expuso el interés institucional por abordar el tema de violación de los Derechos Humanos de las mujeres, precisamente por contar con evidencias de distintas formas de manifestarse, las cuales han sido observadas y compartidas con personal de los equipos técnicos. Por medio de una alianza interinstitucional, se propuso fortalecer las capacidades de personal que labora en distintas Cáritas Diocesanas y con esto disponer de conocimiento y herramientas, para contribuir a la reducción de este problema, por lo que, exhorto a las participantes a ser agentes de cambio y transformadoras de realidades, que garanticen condiciones más humanas.
Al conversar con las facilitadoras del taller, Francisca Cedillo Marcos e Ivonne Díaz del Valle, como punto focal de la plataforma de paz CRS en Guatemala y Honduras, coinciden sobre la importancia del empoderamiento de las mujeres “Nos sentimos muy contentas porque vemos el interés de cada una en participar en cada sesión, ya que comparten su experiencia y vivencia”.
“Espero que las participantes hagan su proceso personal en cada eje temático, que mejoren las relaciones intrafamiliares, que rompan el ciclo de violencia que afecta principalmente a las mujeres y generar redes de apoyo”, aseguró Cedillo.
Por su parte, Elvira Ajtzac Lux, de la Pastoral Social Caritas Diócesis de Quiché, comentó: “En lo personal me ha ayudado bastante a valorarme como mujer, a amarme y a aceptarme tal y como soy; las experiencias y lo que comparten las demás compañeras, es lo que enriquece el taller”. “La experiencia la empecé a aplicar en mi vida y me ha ayudado a ser más feliz conmigo misma y con los demás con quien convivo a diario”.
Al finalizar el taller se espera que las participantes sean facilitadoras, formen su grupo GAM y sean agentes replicadoras de la metodología, contribuyendo así a reducir las distintas formas de violencia (emocional, física y sexual) que sufren las mujeres, fortalecer la autonomía de las mujeres en la toma de decisiones y conocer vías para edificar un proyecto de vida nueva.